Cronista

Huertos sociales, la agricultura para el espíritu.

En el recorrido que hago cada día caminando, siempre encuentro un grupo de personas trabajando o visitando los huertos. Huertos sociales les llaman en Valdelacalzada, huertos urbanos en las ciudades. Me centro en nuestro pueblo.

En la adjudicación que el Instituto Nacional de Colonización realizó en 1957 de huertos o parcelas complementarias para las viviendas de obreros ya se contemplaba el proyecto de dos huertos más: el 3 como coto escolar y el 4 como huerto parroquial.

A lo largo de la historia de nuestro pueblo estos huertos han tenido diferentes funciones desde el poco uso que se le diera como coto escolar en los primeros años, en los años 80, sin embargo, este fue el lugar donde se realizaron cursos de agricultura bajo abrigo desde el aula de Educación Compensatoria en colaboración con el INEM. Mas tarde fue campo de entrenamiento de fútbol para los chavales más jóvenes.

Hace dos años el ayuntamiento presenta un proyecto a la Diputación provincial para convertir esa tierra baldía en un lugar de ocio y de mejora económica para las familias que los solicitaran. Se hace una inversión de 23.847,80 euros de fondos FEDER. En cada huerto se dispone de una toma de agua que cada adjudicatario organiza colocando las gomas para el riego por goteo, para economizar su uso, para ser respetuosos con el medio ambiente. También se lleva la red eléctrica a este espacio además del vallado y los accesos.

Todos sabemos que Valdelacalzada es un pueblo de agricultores que nuestros padres vinieron a labrar una parcela de regadío, pero también sabemos que muchos hijos tuvieron que dedicarse a otros menesteres ya que la parcela solo servía para vivir uno de ellos cuando creara su propia familia.

Con esta iniciativa se consiguen huertos de unos 200 metros, de los que en la actualidad hay 18 en funcionamiento, en plena producción.  Alfonso ha sembrado patatas, cebollas, lechugas, pimientos, ajos, judías verdes, lombardas, cebollinos, melones y sandías y tiene dos surcos reservados para una variedad de sandía sin pipas. Zahinos tiene además acelgas y fresas. Por allí encontré a Fernando, a Alfredo y a Chávez, el municipal. Todos están muy contentos porque se entretienen con la siembra y el cuidado de las plantas y disfrutan llevando a casa esas verduras cultivadas por ellos, sanas y ecológicas. No suelen echar productos fitosanitarios, a veces vinagre para el pulgón y las abonan con estiércol.

– Las plantitas se compran en los semilleros que tenemos en el entorno, y cuando se pasan las de una temporada sembramos otras- me dicen. – Con lo que recogemos tenemos de sobra para la familia, incluso a veces regalamos a los hermanos y cuñados o a los vecinos.

-Todos los días venimos un rato y lo mantenemos limpio y atendido, nos sirve de entretenimiento, de mantener nuestra forma física y el trabajo tampoco es demasiado. Hablamos unos con otros y así pasamos el tiempo que ahora nos sobra.

Otros que no estaban tiene sembradas plantas aromáticas, en fin, cada uno lo que más le gusta para cocinar en casa.

-La gente nos visita mucho y siente curiosidad y hasta ahora se ha mostrado mucho respeto por los huertos, no hemos sufrido ningún acto vandálico ni nada parecido- me comentan.

Veo por allí muchas garrafas de plástico, de las de agua y pregunto-¿Para qué queréis esas botellas?- Esas nos sirven como pequeños invernaderos, así evitamos que las plantitas recién sembradas se nos hielen y cuando han conseguido el tamaño adecuado les quitamos las botellas, luego las atamos con una cuerda y las reservamos para la siguiente ocasión.

Además, reciclan- pienso- cuánto me hubiera gustado que los niños, a los que yo les daba clases, hubieran visitado y charlado con estos agricultores.

En un rato que he estado he aprendido que hay mucho de reencuentro con la naturaleza.

Yo me voy muy contenta para mi casa con dos hermosas lechugas que me han regalado.

Emilia Ramos Silva
Emilia Ramos Silva

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