Adolfo Aunión vivía en la ronda Sur número 4. Estaba casado con Trinidad Gordillo y fue el primer fontanero que tuvo Valdelacalzada. Llegaron desde Puebla de la Calzada acompañados de su único hijo, Román, que por entonces contaba 16 años, para hacerse cargo de poner las películas cuando el empresario Juan Prieto compró el cine en 1959. Su profesión principal era operador de cine y de esa labor se encargó durante los primeros años.
Román le ayudaba en todo lo relacionado con esa tarea. Ambos iban a Guadiana a recoger la película, pegarla y prepararla para proyectarla cada noche. A veces en sesión continua porque era mucha la afición al cine de la población y otras veces en sesión doble. También se proyectaban películas en el cine de verano que por entonces se realizaba en el patio de La Fonda, hasta la construcción del cine de verano, años más tarde. Luego había que llevar de nuevo la película en bicicleta a Guadiana, unas veces para que la proyectaran en ese pueblo, ya que el propietario era el mismo, y otras veces para facturarla en el tren.
Pero además Adolfo fue el primer fontanero y hojalatero que tuvo nuestro pueblo. Era muy frecuente requerir su presencia por los vecinos, dado que las tuberías eran de plomo y había averías día sí y día también.
Todos los niños conocíamos al señor Adolfo, que tenía un aspecto serio, pero era muy amable como su esposa Trinidad, siempre tan sonriente y dicharachera con aquella piel tan blanca y tan fina que cuidaba de las inclemencias del tiempo. Estuvo a punto de vivir en tres siglos diferentes, como nos comenta su hijo Román, ya que nació en 1899 y murió pocos meses antes del año 2000.
El señor Adolfo continuó con su profesión de fontanero y hojalatero hasta que se jubiló, profesión que heredó Román y en la que permanecería hasta su jubilación también, ya que cuenta con 80 años en el momento actual.
Respecto al cine, más adelante se hizo cargo de aquella labor de operador Antonio García González, conocido como Frasquito que estuvo al frente del cine hasta que se cerró.
El señor Adolfo, en el centro, con un grupo de amigos en una jornada de caza.
La profesión de hojalatero está en peligro de extinción. Su función consiste en fabricar o reparar piezas de hojalata. Hoy solo se mantiene en artesanías de forma casi testimonial y con un fin diferente, el de elaborar piezas de decoración e incluso de coleccionismo, pero el antiguo hojalatero como nuestro vecino Adolfo, realizaba una función imprescindible de arreglo de tuberías de plomo y de vasijas de metal (hasta el brasero se arreglaba), ya que la economía de subsistencia que había no permitía reponer dichas piezas.
Con este artículo se pretende un reconocimiento a personas que fueron sumamente importante para que nuestro pueblo echara andar como es el caso de Adolfo Aunión Montero.